Las hipocresías de las tradiciones en un mundo de ignorancia y aculturación
Segunda Parte
Fernando Sandoval
Nuevamente, vale la pena compilar la información de la escritora Sofía Guadarrama Collado, quien en sus redes sociales, no solo describe en México de ayer con el de hoy sino, la otra cara de las tradición en épocas de necesidades políticas y sociales en las diferentes etapas de la historicidad en México.
Una realidad que muy pocos conocen y que solo algunos investigan, leen y toman un rato para redirigir los temas de turismo, de tradición y de festejo.
hoy en dia, hay verbenas, carnavales, desfiles, y presentaciones solo de catrinas y catrines, sin ton ni son, la mayoría no sabe no conoce y los propios sistemas políticos, no solo tergiversan, descomponen y distorsionan la realidad de nuestra cultura en épocas modernas.
El texto completo, dice así:
¿SABÍAS QUE LOS MEXICAS NO SE DISFRAZABAN DE CATRINAS?
Los mexicas NO se pintaban los rostros de calaveras ni se disfrazaban de catrinas.
“La Catrina” no proviene de los mexicas. Es una sátira creada por el caricaturista José Guadalupe Posada que en tiempos del juarismo y el porfiriato se burlaba de los mestizos e indígenas que iban subiendo de nivel económico y pretendía ser europeos y renegaban de su propia raza, herencia y cultura. Se les llamaba los “garbanceros”, precisamente por dedicarse al cultivo y venta de garbanzos.
Entonces José Guadalupe Posada, creó “La Calavera Garbancera” para expresar que los garbanceros andaban «...en los huesos, pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz».
Diego Rivera la nombró “La Catrina”, de la palabra “catrín”, que definía (a veces de forma despectiva) a la clase social alta, y la eternizó en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, (la calavera con su estola de plumas aparece junto a José Guadalupe Posada, Diego Rivera como niño y Frida Kahlo).
Imagen: mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, de Diego Rivera."
“EL DÍA DE MUERTOS MODERNO NO PROVIENE DE LAS CULTURAS PREHISPÁNICAS.
El "miccailhuitl" y el "día de muertos moderno" son dos cosas muy distintas.
Primero que nada hay que entender que NO es sincretismo. Fue una imposición. La Conquista religiosa de Mesoamérica consistió en remplazar a la religión local por la católica, sustituir a Quetzalcóatl por Jesucristo, a Tonantzin por la virgen de Guadalupe, el miccailhuitl por el día de muertos católico y el Míctlan y el Tlalocan por el cielo y el infierno.
Los mexicas recordaban a sus muertos en el huei miccailhuitl, «gran día de muertos», (nombre del décimo festival anual), que se realizaba en la veintena Xócotl Huetzi, que quiere decir: «cuando madura la fruta», del 24 de agosto al 13 de septiembre. Es decir, celebraban veinte días, y para ello cortaban un árbol llamado xócotl, le quitaban la corteza, lo adornaban con flores y alrededor de éste desollaban mujeres, decapitaban niños, sacrificaban prisioneros y animales y realizaban danzas frente al fuego toda la noche y se subían a los techos de las casas y llamaban a sus muertos.
En la mayoría de las ciudades de Mesoamérica no enterraban a sus muertos; los incineraban. Los únicos personajes a los que les construían féretros, mausoleos y se realizaba el tlamanalli, «sacrificio u ofrenda» eran a los gobernantes de algunas urbes, como Palenque, Monte Albán, Cholula, por mencionar algunas.
La celebración original de los mexicas en estas fechas era El Tepeilhuitl, que quiere decir «fiesta de cerros». En el Valle de México era la fiesta principal en honor de los cerros y los montes en especial a las montañas sagradas del Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
LOS MEXICAS:
NO adornaban sus casas con papel picado.
NO colocaban pulque, camote y tamales en las ofrendas en la madrugada del día primero de noviembre.
NO trazaban caminos de flores de cempasúchil.
NO hacían desfiles del día de muertos.
NO hacían calaveritas de azúcar. Los mexicas no conocían dicho producto. El chocolate lo bebían amargo. Endulzaban algunos alimentos con miel o frutas. El azúcar llegó a América en 1492, gracias a Cristóbal Colón, quien la trajo de las Islas Canarias. Luego se cultivó en la isla de La Española (hoy en día Haití y República Dominicana) en 1501; y en los años siguientes en Cuba y Jamaica. A México Tenochtitlan llegó gracias a Hernán Cortés.
NO escribían versos con rimas (calaveritas). De hecho, los mexicas no tenían una grafía (o sea, no escribían con letras o palabras), ni los mayas ni los mixtecos ni el resto de las etnias en el continente americano. Lo que hoy conocemos como náhuatl escrito, surgió tras la llegada de los españoles.
NO comían pan de muerto. Ni siquiera conocían el pan. El pan es un alimento traído de Europa; y el pan de muerto, además de ser una fusión de lo mexica y lo español, es una representación de la eucaristía, agregada por los evangelizadores españoles a las celebraciones de los mexicas entre 1530 y 1600.
NO se pintaban los rostros de calaveras ni se disfrazaban de catrinas. “La Catrina” no proviene de los mexicas. Es una sátira creada por el caricaturista José Guadalupe Posada que en tiempos del juarismo y el porfiriato se burlaba de los mestizos e indígenas que iban subiendo de nivel económico y pretendía ser europeos y renegaban de su propia raza, herencia y cultura. Se les llamaba los “garbanceros”, precisamente por dedicarse al cultivo y venta de garbanzos. Entonces José Guadalupe Posada, creó “La Calavera Garbancera” para expresar que los garbanceros andaban «...en los huesos, pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz». Diego Rivera la nombró “La Catrina”, de la palabra “Catrín”, que definía (a veces de forma despectiva) a la clase social alta, y la eternizó en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, (la calavera con su estola de plumas aparece junto a José Guadalupe Posada, Diego Rivera como niño y Frida Kahlo).
Todos estos elementos son invención de la cultura moderna. Pero principalmente provienen de Europa medieval, las costumbres católicas, especialmente de los jesuitas.
Como lo comentamos en otras ocasiones, en verdad son pocos ensayos de las redes, que merecen darse a conocer en otros medios.
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